LAS DEMENCIAS CURABLES


Para una buena parte del público y de los profesionales de la salud, todo enfermo que haya superado "una cierta edad" ya no depende de la medicina sino del buen trato y de los cuidados de la enfermería, sobre todo si presenta trastornos de las funciones superiores.

Es cierto que la enfermedad de Alzheimer y las lesiones vasculares cerebrales, principales causas de demencia en las personas de edad avanzada, son irreversibles. Pero esto no debe hacer olvidar que una cierta cantidad de estados demenciales pueden ser curados, supuesto que se procure investigar la causa, es decir si existe la disposición de otorgar al enfermo anciano la misma atención y el mismo "derecho a la salud" que a una persona más joven.

Ante un estado demencial, se debería pensar sistemáticamente en la posibilidad de:

- los efectos secundarios de una gran cantidad de medicamentos, y en primer lugar, evidentemente, los psicotrópicos, tan frecuentemente prescriptos a las personas de edad avanzada: somníferos, sedantes, ansiolíticos, antidepresivos, antipsicóticos. En realidad pueden estar implicadas muchas otras clases terapéuticas: digitálicos, anticolinérgicos, antidiabéticos, etc.;

- un estado depresivos: los antecedentes, la forma de iniciación de los trastornos y el comportamiento del paciente en principio son diferentes; a menudo el diagnóstico es difícil, sobre todo teniendo en cuenta que demencia y depresión pueden estar entreveradas.

En caso de duda lo indicado es un tratamiento antidepresivo de prueba;

- una carencia nutricional: de vitamina B 12, de vitamina B 6, de tiamina o de folatos;

- una alteración metabólica o endocrina: hipoglucemia, hipercalcemia, hiponatremia, disfunción tiroidea, suprarrenal o hipofisiaria, síndrome paraneoplásico;

- una infección: la clásica neurosífilis, un absceso de cerebro, meningitis o encefalitis bacteriana, enfermedad de Whipple;

- un hematoma subdural, un tumor, una hidrocefalia con presión normal.

Esta lista no es exhaustiva. Tampoco supone, por supuesto, que en todos los casos se deba desencadenar una batería completa de exámenes complementarios, sin reflexión ni atento examen clínico. Pero no es admisible que por ignorancia, negligencia o gerontofobia se considere como definitivamente demente a un paciente que podría dejar de serlo.

Los seudoeconomistas disgustados gritarán que todo esto cuesta mucho, y rinde escaso beneficio, ya que las formas curables sólo representan una pequeña fracción de los estados demenciales. Podemos estar tranquilos, los cálculos se han realizado en Estados Unidos, país donde no se juega con el dólar. La detección sistemática termina siendo menos cara que la atención injustificada de pacientes que podrían haber sido curados. De manera que el interés del anciano coincide con los "imperativos económicos". Es una suerte. ¿De lo contrario, qué hubieran propuesto los fríos tecnócratas?.

 

B. FORETTE.
GAZ. MED. 1989; 96: 9.

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